La Fundación Cajasol ha inaugurado la nueva temporada de los ‘Mano a Mano’ con un acto que ha tenido como protagonistas al torero, Jaime Ostos, y a la doctora, Mª Ángeles Grajal, que abordaron el tema ‘El toro y la medicina’. Esta 33ª edición de estos encuentros fue presentada, como en ocasiones anteriores, por el periodista y director de ‘Toromedia’, José Enrique Moreno.

Jaime Ostos, importante figura del toreo de los años 60 que tiene el reconocimiento de los aficionados y que destacó por su enorme raza y valor en el ruedo, así como por su contundencia estoqueadora, aseguró que, pese a su profesión, «yo no he conocido el miedo; disfrutaba mucho toreando. Todas las profesiones tienen su riesgo, pero el toreo más». Ostos se mostró crítico con el actual estado del toro y apostó por volver al toro bravo de hace unas década para recuperar la fiesta. Además, recordó sus inicios en el toreo y lo difícil que resulta triunfar. «El mundo del toro es muy bonito cuando se llega pero muy duro si te quedas en el camino. Picasso me decía que el ballet más maravilloso era el toreo y tiene similitud con pintura. Tenemos que unirnos todos para salvar la fiesta de los toros».

María de los Ángeles Grajal, doctora especialista en neumología y actual esposa del maestro, ofreció su opinión sobre los toreros. «He visto toreros con cornadas graves y sin miedo en el rostro; están hechos de otra pasta». Desde el punto de vista médico, asegura que «lo importante de una cornada es la post-operación. Primero salvar la vida, después tratar bien las lesiones…y después la profesión». Por último, ante las críticas que está recibiendo el mundo del toro en los últimos años, apuesta por «difundir los valores del toreo», ya que considera que «las prohibiciones serán temporales».

Este Mano a mano, el número 33 de este ciclo promovido por la Fundación Cajasol en Sevilla, que se suma a los ya celebrados en 2015 y que tuvieron como protagonistas a Palomo Linares y Álvarez del Manzano, y  a EspartacoMíchel, ha venido a demostrar de nuevo que se puede hablar de toros desde muy diversas perspectivas, en esta ocasión relacionando el mundo del toro y el de la medicina. Los dos protagonistas, el matador de toros Jaime Ostos y la doctora María Ángeles Grajal, han conectado el toreo y la medicina de una forma «interesante y amena» para el numeroso público presente.

Ostos y Grajal comenzaron por analizar el difícil momento de una cornada, algo de lo que el maestro sabe «mucho» pues ha sufrido 14 percances de gravedad en su carrera. La doctora Grajal recordó su paso por el Congreso de Cirugía Taurina celebrado en Sevilla en 1982, donde pronunció la conferencia ‘Desde el ruedo a la enfermería’. Aquella fue la excusa para que Grajal y Ostos se conocieran en el madrileño Hotel Wellington: «Hablamos de todo menos de la cornada de Tarazona que era el objeto de mi trabajo».

«En aquel congreso», continuó, «hablé de las cornadas, pero no desde el punto de vista médico porque no he visto muchas en el quirófano, pero sí el del hombre que herido no tiene cara de miedo ni de dolor, lo que diferencia al torero del hombre de a pie, esa preparación física y psíquica para enfrentarse a la muerte».

Al respecto, Ostos ha añadido: «ustedes no tenéis la psicología que tiene un torero, eso nos hace diferentes. Cuando llegaban las cinco de la tarde, yo echaba a todo el mundo de la habitación del hotel y ya no me acordaba ni de cómo me llamaba. Cuando llega el momento de vestirse de torero, te transformas por completo. Yo sólo pensaba en mi madre y con esa ilusión salía a la plaza. Lo de triunfar, ganar dinero y contratos lo llevamos todos».

Y llegó el tema central de la noche: ¿pasaba miedo Jaime Ostos?. «Si hubiese tenido miedo, no hubiera toreado nunca. Es más, después de la cornada de Tarazona, el 17 de julio de 1963, en la que firmaron el acta de defunción, toreé más de 80 corridas de toros en España y más de 20 en América. Si yo hubiera pensado en la muerte no hubiera toreado más. Allí hubo un ángel salvador, Ángel Peralta, que animó a muchos aficionados a donarme su sangre. Me salvaron la vida a jeringazos. Yo llegué arriba, San Pedro me preguntó que cómo me llamaba y me mandó para abajo. Todo el mundo se preocupó por mi menos Franco, porque al día siguiente fui primera página en todos los periódicos y le fastidié el protagonismo del 18 de julio», recordó el diestro.

Al respecto, la doctora Grajal añadió que «en esas fases de salvar la vida, salvar la pierna y salvar al torero, Jaime fue un ejemplo. Llevó durante algún tiempo un zapato de acero con mucho peso para fortalecer la pierna. Es un ejemplo de fuerza de voluntad, algo fuera de lo normal».

«La suerte también cuenta, pero la vida está escrita desde que a uno lo paren y nadie sabe qué día te van a poner el pijama de madera», ha añadido Ostos recordando los recientes percances de Julio Aparicio, Padilla o el fatal de El Yiyo, que fue a Colmenar sustituyendo a Romero. «El destino está escrito», sentenció Ostos.

Jaime Ostos también aprovechó para analizar la actual situación del toreo. «En el toreo la emoción la pone en primer lugar el toro y su entrega en el tercio de varas y después los toreros, rivalizando en los quites. Todos tenemos que cooperar en revitalizar la Fiesta. Ya va siendo hora de que le demos importancia a los toros. Yo fui muy amigo de Picasso y un día hablando de toros me dijo que el ballet más importante es el toreo y tiene mucha similitud con la pintura. Primero hago un boceto, me explicaba, y después llega el cuadro, y lo mismo es en el toreo, el toro sale y hay que ir haciéndolo, probando su bravura en el caballo y las banderillas y finalmente el matador es el que lidia», expresó.

Para torear, continuó, «los pitones tienen que estar mirándote la bragueta, no las hombreras y como el toro de hoy se cae, no hay lidia, no hay competencia entre los toreros y sólo se pegan pases. No hay competencia y la gente se aburre en los toros. La culpa, del ganadero. Antes la vaca facilona iba al matadero y la brava, la que tenía casta, era la que servía y hoy es al revés. Además, el que quería seguir toreando tenía que jugársela todas las tardes, pero ahora se impone lo del cambio de cromos y hay toreros que empiezan las temporadas con treinta o cuarenta corridas contratadas. Un amigo mío, que veía toros en todo el mundo, decía que antes el aficionado se levantaba de su asiento muchas veces en una tarde de toros y hoy se levanta para irse y así se acaban los toros».

«Es una pena que lo único que tenemos y que nos hace distintos se pierda. Tenemos que poner al toreo en su sitio y verás como la gente vuelve a la plaza. Antes con un ‘ja’ un toro embestía seis o siete veces y ahora tienes que citarlo seis o siete veces para que embista una», lamentó.

Sobre la forma de torear de Ostos, su esposa, la doctora Grajal, explicó: «No lo vi torear, cuando lo conocí ya estaba retirado pero su toreo era clásico, sevillano, toreaba muy bien de capa y con la muleta, y con la espada era el mejor. Aprendió de Rafael Ortega, el número uno, y después, Jaime. A eso hay que unir su valor y su pundonor. Clásico, valiente y gran matador de toros».

Precisamente, sobre la suerte suprema Ostos contó que «hace poco le estuve enseñando a Morante cómo tiene que matar los toros. Lo primero, llevar la espada de verdad, nunca usé un estoque simulado, porque el toro es el que te pide el momento de entrarle a matar, eso de la suerte natural o contraria es el cuento de alfajor, y después lo que mata es el codo y la mano izquierda. Si no es así, de diez veces se pincha el toro nueve, mientras que como yo digo, de diez veces se mata nueve».

También la doctora Grajal opinó sobre los continuos ataques a la fiesta de los toros: «Eso ocurre porque no hay un toro importante ni un torero importante. Si los hubiera, se apagarían las voces contrarias a la Fiesta. Yo creo que esto es temporal. Las prohibiciones no deben tener recorrido y ya se ha reabierto San Sebastián y Barcelona volverá a abrir. Yo fundé una peña taurina de mujeres en Madrid y cuando la gente conoce la Fiesta de verdad se aficiona».

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