Pilar Alcalá, filóloga, poeta y portavoz de la Asociación ‘Con los Bécquer en Sevilla’, ha protagonizado este lunes 8 de junio una nueva sesión del ciclo de conferencias ‘Los Lunes son de Bécquer’ dentro del programa previsto en las actividades que se organizan en la Fundación Cajasol con motivo del 150 Aniversario del fallecimiento de Bécquer, organizado por la Fundación Machado. El ciclo se vio interrumpido por la crisis sanitaria del COVID-19 y en estos momentos de desescalada hemos decidido grabar las ponencias de los protagonistas que configuraban esta parte de la programación. La presidenta de ‘Noches del Baratillo’ ha hablado sobre ‘Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, más que hermanos’.
Pilar Alcalá intenta comentar esta relación, no sólo de ellos, como hermanos que fueron, sino como compañeros de trabajo. Para ella, «lo importante de este ciento cincuentenario es que une a dos hombres que nacieron casi juntos, pasaron su vida casi siempre juntos y murieron con tres meses de diferencia (23-9-1870 y 22-12-1870) y reposan ahora bajo una única piedra de mármol. Merece la pena detenerse a contar qué supone la unión de ambos hermanos desde pequeñitos».
Alcalá califica la etapa sevillana de los hermanos Bécquer como de aprendizaje. Siendo niños tenían la afición de quedarse leyendo por las noches, hasta tarde. «Lo bonito es que ellos escribían en el libro de cuentas de su padre». Durante sus años sevillanos estudiaron pintura, dejando obras importantes como el retrato que hizo su Valeriano de su propio hermano. También se aficionaron a la ópera y esto marcaría sobre todo a Gustavo, para quién la música era «la más sublime de las artes». Los músicos preferidos de Gustavo Adolfo Bécquer eran los italianos: Rossini, Bellini, Verdi y, sobre todo, Donizetti. El amor de Gustavo por la música queda muy claro en dos de sus leyendas: El Miserere y Maese Pérez el organista.
En los años finales de su estancia en Sevilla, en el mes de julio de 1854, los hermanos Bécquer hicieron un álbum satírico donde se burlan del movimiento revolucionario. Por entonces, ambos se habían independizado y vivían juntos en la calle Mendoza Ríos. De esa época es el noviazgo de Gustavo Adolfo Bécquer con Julia Cabrera. Algunos meses después se marcha a Madrid. Era la primera vez que los hermanos se separaban, pero al año siguiente Valeriano también se fue a Madrid, volviendo dos años después a Sevilla y regresando a Madrid dos años más tarde cuando enfermó gravemente, recuerda Pilar Alcalá durante su conferencia.
Valeriano, por su parte, se fue abriendo camino como ilustrador de libros en Sevilla. Curiosamente ambos hermanos se casan en el mismo año: 1861. Valeriano en Sevilla y Gustavo Adolfo en Madrid. Dos años después Valeriano se separa y se marcha a Madrid junto a su hermano, al que ya no volvería a abandonar más. Juntos se marchan al Monasterio de Beruela, donde harían parte de lo mejor de su obra.
El año 1865 es un año muy bueno para los hermanos Bécquer porque Gustavo es nombrado censor de novelas y a Valeriano le conceden una beca de 10.000 reales para que realice un par de cuadros que recojan las costumbres de las tierras de Castilla. Los dibujos de Valeriano en el Museo Universal suelen ir acompañados de un texto de Gustavo Adolfo Bécquer. Por eso no podemos separar la labor de ambos hermanos.
Y el año 1868 es muy duro y difícil para los hermanos Bécquer. En verano Gustavo Adolfo Bécquer rompió con su mujer Casta por celos. Se marchan con sus hijos a Soria y en septiembre estalla la revolución y todos los males de los hermanos Bécquer. Se ven abocados a exiliar y se marchan a Toledo, pero en condiciones muy precarias, sin trabajo ni ingresos. Pero aprovecha para escribir ‘El libro de los gorriones’, el único manuscrito del conjunto de las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, que se conserva como un tesoro en la Biblioteca Nacional.
El comienzo de un mito
En Toledo llevaban una vida tranquila. En Navidad de 1869 los Bécquer ya han regresado a Madrid y parece que las cosas le van bien. Empiezan a trabajar en la ilustración de Madrid, pero en verano de 1870 Valeriano enferma gravemente y el 23 de septiembre muere. Casta Esteban vuelve con Gustavo para cuidarle pero muere el 22 de diciembre de 1870. “Pienso que la muerte de Valeriano fue la pena que aceleró su muerte”.
Nada más morir Gustavo Adolfo Bécquer comenzó a gestarse su mito. Pasó de ser un ‘desconocido’ a convertirse en el renovador de la lírica en lengua española. «Al poco de morir Gustavo en Sevilla hubo un eclipse de sol, posiblemente el primer homenaje que le hizo Sevilla a Bécquer», recuerda la filologa.
«Lo realmente hermoso es que 150 años después de la muerte de estos dos hermanos en Soria, una ciudad tan vinculada se ha declarado Año Bécquer, y en Sevilla también». Se suele decir que Valeriano vivió a la sombra de Gustavo, pero para Pilar Alcála Gustavo Adolfo también estuvo un poco a la sombra de Valeriano. «Los dos tenían en su hermano el mejor apoyo para seguir adelante en sus proyectos. Es imposible imaginarlos el uno sin el otro. Lo más hermoso es que después de una vida juntos, y una muerte casi juntos, regresaron a Sevilla juntos en abril de 1913 hasta la cripta de la Anunciación donde reposan bajo una única losa de mármol. Viven la eternidad, juntos, como vivieron, en el alma de Sevilla y en el corazón de los sevillanos, juntos para siempre», finaliza en un tono emotivo.