La explicación de las comisiones: la rentabilidad de la banca

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El negocio de la banca tradicional se basaba en captar fondos a corto plazo de los ahorradores para prestarlos a largo. La rentabilidad que obtenía procedía de la capacidad de gestionar el riesgo de liquidez asociado a la intermediación entre los tipos a corto, con los que retribuía a los ahorradores, y a largo plazo que cobraba de los préstamos.

La diferencia entre los intereses cobrados y los intereses pagados era tal que hacía muy rentable el negocio bancario y, por tanto, el resto de los servicios que los intermediarios financieros ofrecían a sus clientes, lo hacía casi de forma gratuita. Era una forma de fidelizarlos.

Sin embargo, actualmente, la rentabilidad bancaria por la intermediación es muy reducida. Esto se debe a varios factores: a la actual política monetaria ultra expansiva, en el que los tipos de interés de los préstamos son muy bajos y la retribución de los depósitos casi inexistente; a las exigencias regulatorias de más capital, de mayor calidad, y a las mayores provisiones para cubrir riesgo.

Los problemas de rentabilidad de la banca persisten y provienen de que la actividad de intermediación (intereses cobrados de los préstamos menos intereses pagados a los depósitos) apenas genera beneficios para cubrir los costes.

Como respuesta, los bancos llevan ya años recortando costes y ganando economías de escala a través de los procesos de digitalización de sus servicios, concentración de sucursales, recortando personal y fusiones de entidades bancarias.

La otra vía para mejorar la rentabilidad es la compensación de los costes en que incurre la banca al darme servicio por los productos que le contrato. Por lo que debo buscar valor que me aporten esos productos y servicios que me dan y por los que estaría dispuesto a pagar esas comisiones.