El salón de plenos del Ayuntamiento de Cádiz acogió este jueves 6 de febrero el ingreso de Antonio Pulido, presidente de la Fundación Cajasol, como académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz, un acto en el que Pulido pronunció el discurso titulado ‘Estrategias y herramientas para el impulso a la cultura en el siglo XXI’. El nuevo académico fue recibido por el pintor gaditano Hernán Cortés, también miembro de la institución gaditano, quien fue el encargado de leer la laudatio de Pulido. El discurso de clausura corrió a cargo de la presidenta de la Real Academia de Bellas Artes, Rosario Martínez, mientras que el acto fue clausurado por el alcalde de la ciudad, José María González.,que valoró el sentimiento de Antonio Pulido por el arte, que «lo muestra con palabras y con los hechos» y destacó su compromiso con la ciudad de Cádiz, «para la que nunca tiene un no por respuesta».
Nacido en 1965 en la localidad cordobesa de Castro del Río, Antonio Pulido es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla, además de doctor en Economía. Su carrera como docente comenzó en la Universidad de Sevilla, entre los años 1991 y 1997, y en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, desde 1997 hasta 2006. Fue elegido presidente de El Monte en 2006, y tras la fusión de El Monte y Caja San Fernando es elegido presidente de Cajasol en mayo de 2007. En abril de 2009 fue elegido presidente de la Fundación Cajasol, una entidad desde la que ha impulsado numerosas iniciativas culturales y sociales en toda Andalucía. También en Cádiz, donde la Fundación Cajasol cuenta con sede propia en la plaza de San Antonio.
En el discurso de Antonio Pulido, académico ya en varias instituciones similares españolas y andaluzas, destaca lo siguiente:
«Ciertamente existen entidades y empresas que apuestan por el mecenazgo porque entienden que vincular su imagen a la investigación, la divulgación o el fomento a la cultura o las artes les proporciona beneficios intangibles, pero perfectamente identificables en términos de notoriedad, prestigio y reputación pública. Daré mi opinión sin ambages: nadie debe escandalizarse por ello, ni extender un manto de sospecha sobre estas fórmulas de promoción cultural en las que confluyen intereses de distinta naturaleza. Quisiera defender que sí que existe un nexo perfectamente identificable en cualquier forma de mecenazgo que se haya conocido a lo largo de los tiempos. Si me permiten un símil jurídico, y ya saben que no soy precisamente docto en esa materia, una especie de elemento esencial del contrato, que no puede ser otro que la pasión por esa forma de interpretar el mundo que son las artes, el amor por la cultura en cualquier de sus expresiones. Ese elemento esencial, el corazón del mecenazgo, no puede estar alejado, además, de una auténtica vocación altruista. Lo realmente definitorio del mecenazgo es su carácter facilitador del desarrollo de la cultura y las artes haciendo que se alcancen unos niveles de excelencia en la creación y accesibilidad por parte del público que se frustrarían sin el concurso de las entidades y personas benefactoras. Una sociedad que se precie de avanzada no puede orillar la cultura, las artes, el pensamiento, ni siquiera en momentos de dificultades económicas. La cultura debe ser un instrumento de mejora de nuestra sociedad. Animo a la Real Academia de Cádiz, a quienes las integráis de manera tan leal y eficaz, y a quienes, como yo ahora, se incorporan, a dar un impulso a nuestra tarea, con un aire renovador, que la sitúe en la vanguardia del nuevo milenio al servicio de nuestra sociedad».