El periodista Daniel Blanco protagoniza este lunes 22 de junio una nueva sesión del ciclo de conferencias ‘Los Lunes son de Bécquer’ dentro del programa previsto en las actividades que se organizan en la Fundación Cajasol con motivo del 150 Aniversario del fallecimiento de Bécquer, organizado por la Fundación Machado. El ciclo se vio interrumpido por la crisis sanitaria del COVID-19 y en estos momentos de desescalada hemos decidido grabar las ponencias de los protagonistas que configuraban esta parte de la programación. El escritor y conferenciante, con más de 30 premios nacionales de relato, novela y teatro, habla sobre ‘Historias de Bécquer en Sevilla’. Para Blanco, «hay veces que la vida de un artista y la ciudad en la que se desarrolla permanecen indisolubles para siempre». Y eso ocurre entre Bécquer y Sevilla. ¡Puedes disfrutarla en nuestro canal de Youtube!

«Todos sabemos que Bécquer nació en Sevilla o que tiene una glorieta dedicada en el parque de Maria Luisa, pero yo quiero ir un poco más allá y hablar de un fenómeno literario que se da muy pocas veces, en casos muy contados, y que resulta muy interesante. Hay veces que se produce tal comunión entre la obra de un artista y la ciudad en la que se desarrolla que los dos van de la mano. Hay veces que se produce tal acercamiento entre la creación literaria y el escenario que uno ayuda a mitificar al otro y el otro ayuda a dar prestigio al primero». Así Blanco compara el Londres de Virginia Woolf, de la Lisboa de Fernando Pessoa o de la Praga de Franz Kafka, con la Sevilla de Gustavo Adolfo Bécquer.

«Sevilla, sin lugar a dudas, moldea, condiciona y ayuda a construir la obra de Gustavo Adolfo Bécquer y Gustavo Adolfo Bécquer se convierte en el mejor y mayor embajador de Sevilla». El periodista no lleva a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX para acercarnos los valores del romanticismo. En ese momento surgen abanderados de una nueva corriente, sobre todo en Inglaterra y Alemania, y durante sus viajes encuentran en España, en la zona del Sur, y concretamente en ciudades como Granada y Sevilla, lo que el conferenciante apunta como «el ideal romántico», ya que en ellas confluyen muchos elementos que fascinan a los viajeros románticos: arquitectura, costumbre, colorido y halo oriental que los visitantes iban buscando. Ese marchamo romántico sigue manteniéndose y forma parte de la imagen que Sevilla proyecta.

Y en ese contexto aparece Bécquer, que refleja de una manera fiel en sus obras esa Sevilla. Hay un hecho fundamental que va a amplificar ese marchamo romántico en Bécquer: su mudanza a Madrid en 1854, “momento en el que empieza a echar de menos su patria. Desde la distancia empieza a hablar de Sevilla desde la melancolía y desde un sentimiento muy profundo de echarla de menos.

Los lugares favoritos de Bécquer en Sevilla son dos: el margen del río y el entorno de la barqueta. Estos enclaves que maneja Bécquer le da la clave para uno de los símbolos románticos por excelencia, la neblina que surge del río en los días fríos. Respecto a los espacios que deja recogido en su obra podríamos enumerar tres: el Palacio Bucarelli, de los Condes de Santa Coloma; el convento de Santa Inés, escenario de la leyenda de ‘Maese Pérez el Organista’, y la ‘Venta de los Gatos’.

Para terminar Daniel Blanco refleja cómo Sevilla sigue manteniendo en un pedestal la figura de Gustavo Adolfo Bécquer a través de dos espacios emblemáticos: el Panteón de los Sevillanos Ilustres, donde descansan él y su hermano desde 1913, y la glorieta dedicada a Bécquer, inspirada en la escultura de tres mujeres que representan el amor soñado, el amor poseído y el amor perdido y que se basa en ese verso de Bécquer de ‘El amor que pasa’. El periodista añadiría a estos enclaves el Museo de Bellas Artes “porque es ahí donde podemos encontrar el retrato que su hermano Valeriano le hizo años antes de morir”.