Rocío Guerra, fundadora de Xeito Meeting, entrevista a José Antonio Navas, ginecólogo y sexólogo, a su paso por la Fundación Cajasol en Córdoba con motivo del ciclo ‘Escuchando tendencias. La montaña rusa de la educación’.
¿Cuáles son algunos de los principales mitos sobre sexualidad en las personas mayores y por qué cree que estos estereotipos siguen tan presentes en nuestra sociedad?
Existen numerosos mitos relacionados con la sexualidad en las personas mayores, como la idea de que la menopausia significa el fin de la sexualidad, el estereotipo del «viejo verde», o la creencia de que la emisión de esperma debilita y acelera el envejecimiento. También se piensa erróneamente que en la vejez no se siente deseo sexual, que las personas mayores no son deseadas o que quienes se masturban a esas edades son desviados. Además, hay una percepción equivocada de que la actividad sexual podría dañar la salud, o que quienes padecen enfermedades dejan de tener vida sexual. Según el doctor Navas, estos estereotipos persisten debido a la falta de una adecuada y científica educación afectivo-sexual, lo que refleja una gran ignorancia tanto sobre la sexualidad como sobre la vejez.
Aunque la sexualidad es parte integral de la vida, suele quedar en segundo plano al hablar de personas mayores. ¿Qué factores sociales y culturales influyen en esta percepción?
El doctor señala que los estereotipos negativos en torno a la vejez, como la identificación de esta etapa con enfermedad, soledad o pérdida de capacidades, contribuyen a invisibilizar la sexualidad en las personas mayores. También menciona que negar la sexualidad en la vejez es, en cierto modo, una forma de negar la vejez misma. Muchas personas mayores, debido a la educación moral que recibieron, asocian la actividad sexual exclusivamente con la función reproductora, lo que les lleva a negar su propia sexualidad.
Desde el punto de vista médico y psicológico, ¿qué impacto tiene la vida sexual en la salud integral y el bienestar emocional de las personas mayores?
La vida sexual tiene un impacto significativo en el bienestar emocional, ya que refuerza las relaciones interpersonales y genera placer, lo que a su vez fortalece el sistema inmunitario.
A menudo se asocia la sexualidad en esta etapa con la salud emocional y física. ¿Qué dicen los estudios al respecto? ¿Cuáles son los beneficios de una vida sexual activa y saludable en la vejez?
Desde una perspectiva biológica, la actividad sexual en las mujeres mejora el trofismo vaginal y reduce los síntomas de la vulvovaginitis atrófica. En los hombres, ayuda a descongestionar la próstata, disminuyendo los síntomas de prostatismo que aparecen con la edad. En ambos sexos, la liberación de endorfinas asociada al orgasmo facilita el descanso nocturno, un problema común en esta etapa de la vida. Además, los estudios han demostrado que las personas mayores con enfermedades que tienen orgasmos frecuentes no solo experimentan una mejora notable, sino que también enfrentan sus dolencias de manera más optimista.
¿Cómo cambia la respuesta sexual con el envejecimiento y qué podemos aprender de los estudios actuales sobre frecuencia y tipo de relaciones íntimas en la tercera edad?
Con el envejecimiento, los cambios en la respuesta sexual son inevitables. En los hombres, la erección se vuelve más lenta, requiere mayor estimulación, y la turgencia del pene disminuye. El período refractario se alarga y el orgasmo suele ser más corto y menos intenso. En las mujeres, aunque la respuesta sexual varía poco más allá de la ausencia de función reproductora, la vagina se vuelve más atrófica y presenta menos lubricación, lo que puede provocar dolor durante el coito. También disminuye la vasocongestión en el clítoris, labios y plataforma vaginal. La fase de excitación sexual se produce más lentamente y el orgasmo dura menos tiempo y es menos intenso. A pesar de ello, las mujeres mayores aún pueden experimentar orgasmos múltiples. En cuanto a la frecuencia de la actividad sexual, después de los 70 años, aproximadamente el 18% de las mujeres y el 41% de los hombres siguen siendo sexualmente activos, mientras que más del 50% de las personas mayores mantienen deseo sexual. Aquellos mayores de 80 años también reportan cifras significativas, con un 45,8% de los hombres y un 34,5% de las mujeres que se masturban.
La evolución de la sexualidad a lo largo de la vida tiene sus particularidades. ¿Qué podemos decir sobre los cambios en la frecuencia y el deseo sexual en esta etapa? ¿Qué aspectos físicos o psicológicos influyen?
La sexualidad es un aspecto integral del ser humano que abarca componentes biológicos, socioculturales y psicológicos. Por ello, cambia a lo largo del ciclo vital. Toda persona es sexuada, sexual y erótica desde su nacimiento hasta su muerte. Los cambios físicos provocados por la edad, junto con las circunstancias socioculturales específicas de cada individuo, influyen de manera determinante en su sexualidad.
¿Qué podemos hacer desde la comunidad médica y educativa para normalizar y apoyar la sexualidad en las personas mayores?
Para el doctor Navas, la clave está en una adecuada educación sexual que sea científicamente correcta, apropiada para cada edad, culturalmente competente y basada en los derechos humanos, la igualdad de género y un enfoque positivo de la sexualidad y el placer.
Muchas veces se supone que este es un tema secundario, y algunos profesionales de la salud incluso lo omiten. ¿Qué recursos y estrategias podemos aplicar para visibilizar la importancia de la sexualidad en esta etapa y brindar apoyo adecuado?
Es imprescindible ofrecer una correcta educación sobre los cambios que ocurren durante el envejecimiento y destacar los beneficios de la sexualidad en todas las etapas de la vida. También es crucial formar a los profesionales de la salud, cuidadores, personas mayores y a la población en general en educación afectivo-sexual.