Como cada año, la Biblioteca Nacional de España, con motivo de la celebración del Día de las Escritoras, rinde homenaje a la labor y legado de aquellas autoras que han escrito a lo largo de la historia. En esta VII edición, el lema elegido es “Antes, durante y después de las guerras” un epígrafe bajo el cual se reivindica la labor que han cumplido estas mujeres en situaciones de conflicto bélico, ocurridos a los dos lados del Atlántico en los siglos XIX y XX y las repercusiones que estos tuvieron en ellas.

La Fundación Cajasol se ha sumado a esta iniciativa mediante la realización de una charla literaria, en la Sala Literaria Bécquer, moderada por Sandra García Rodríguez, doctoranda en el departamento de Filologías Integradas de la Universidad de Sevilla, y que ha tenido como protagonistas a Mercedes Arriaga Flórez , catedrática en Filología Italiana y presidenta de la Asociación Benilde y Eva Moreno Lago, doctora de estudios filológicos por la Universidad de Sevilla.

Al inicio de la jornada, Mercedes Arriaga ha querido resaltar que el papel de la mujer durante las distintas guerras ha sido crucial  “las mujeres siempre han intervenido en las guerras en la intendencia, en la comida, en todo lo que tiene que ver con las tiendas, las mantas, la ropa, etc. pero como soldados también han participado” Una situación que, según Arriaga, queda perfectamente reflejada con acontecimientos como la guerra por la unificación italiana, a mediados del siglo XIX “por primera vez en 1860 las mujeres que acompañan a Garibaldi se inventan un uniforme para ir a la guerra con una falda y un pantalón por debajo. En esa guerra, también hay muchas mujeres que montan los primeros hospitales de campaña y las primeras conductoras de ambulancias van a ser mujeres y quien recoge los heridos del campo de batalla, van a ser mujeres.”

En cambio, desde el punto de vista literario, existe un mito con respecto a que las escritoras no escriben sobre la guerra cuando realmente sí lo hacen, y mucho, aunque desde otra perspectiva. En este sentido,  Sandra García ha afirmado que “a partir de la Primera Guerra Mundial, todos los movimientos y los activismos por la paz están protagonizados por mujeres como es el caso del Congreso de Mujeres de la Haya (1915), la Liga internacional de mujeres por la paz y la libertad o la creación de Delegaciones Nacionales en 1920 y 1930”.

No obstante, a la par, ha habido también escritoras intervencionistas que contradicen el estatus de la mujer a la que se atribuyen los rasgos de no violencia o fraternidad, armonía, etc. Dentro de este contexto, destaca la figura de Anna Franchi, una de las mujeres más señeras del momento por el hecho de que, además de ser feminista, escribió varias novelas en 1906 en las que reclamaba el divorcio. Esta escritora, tal y como ha comentado Arriaga es “una de las primeras mujeres que va a reivindicar que las mujeres, no solo las esposas, sino también las madres, reciban la pensión de guerra que antes de la Primera Guerra Mundial no existía. La segunda cosa muy interesante también, siempre dentro de horror que supone una guerra, es que ella es una de las que promueve el culto a los caídos. Ella junto con otras mujeres funda una Liga de madres de soldados con la que consiguen que el gobierno no olvide a sus hijos y que el gobierno haga mausoleos, recordatorios de estas personas y de estos hombres que caen en la guerra.”

La segunda parte del coloquio estuvo dedicada a las escritoras españolas y más concretamente andaluzas, que han sufrido las consecuencias de la guerra civil española. Por lo general, su visión de la guerra se realiza desde la humanidad y no tanto desde el punto de vista ideológico, como ha indicado Arriaga “la guerra es una máquina inhumana que se basa en la razón de unos contra otras. Las escritoras no van la guerra desde ninguno de los dos bandos y no están condicionadas por las cuestiones ideológicas y políticas. Ellas ven la guerra -como diría María Zambrano- con la razón pasional, es decir, la razón del corazón no con la razón de la lógica de la guerra desde la política y los intereses económicos. Ellas miran la guerra desde una humanidad herida y desde el dolor que es igual para los dos bandos, más allá de los soldados y de la lógica de la máquina de guerra”.

Eva Moreno, citando a la escritora Elena Fortún ha hecho hincapié en las crónicas de guerra en donde “vamos a ver casas destruidas, los huecos en las calles de los obuses, los bombardeos, como se acaba la vida, ese terror continuo que produce la guerra y, frente a ese terror que es lo que llegaba al pueblo, ellas en esas páginas ponen esperanza y construyen una figura de las heroínas”.

El exilio ha sido durante estos años una de las circunstancias más comunes que han tenido que sufrir las autoras españolas. Tal y como ha comentado Eva Moreno, “muchas de ellas se van a tener que exiliar obligatoriamente porque en algún momento se posicionan, sobre todo durante la segunda guerra mundial, o forman parte de asociaciones republicanas y entonces están ya en el punto de mira. Muchas de ellas, se van a exiliar al principio de la guerra, las que menos, Victorina Durán, por ejemplo, aunque sobre todo esto ocurre en el ámbito teatral ya que necesitaban mantener la compañía como Irene Lopez Heredia, por ejemplo.”