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La Sala Murillo de la Fundación Cajasol en Sevilla acoge desde el 11 de julio hasta el 3 de septiembre de 2017 la exposición ‘¡¿Éramos tan modernos?!’ ¿Recuerdas el 92? El diseño español era el mejor; la moda española invadía el mundo; el cine español recibía premios en todos los grandes festivales… Porque España era un país moderno, pero ¿Éramos tan modernos? Desde la Fundación Cajasol presentamos una muestra sobre aquel concepto de Modernidad que reinaba en España y que tuvo en la Expo 92 su gran escaparate. No se trata de una retrospectiva conmemorativa, sino de plantear una mirada a las ideas, conceptos y fenómenos que hicieron del 92 un año icónico.

Antonio Pulido, presidente de la Fundación, ha inaugurado la muestra, junto a Juan Espadas, alcalde de Sevilla, Julio Cuesta, comisario del XXV Aniversario de la Expo92, Rafael Jurado, coordinador del proyecto, y Óscar Fernández, comisario de la exposición ‘¡¿Éramos tan modernos?!’. «Con esta exposición la Fundación Cajasol quiere fomentar el debate sobre uno de los acontecimientos que sin duda han marcado de manera más trascendental la historia reciente de Sevilla, de Andalucía y de España, como fue la Exposición Universal de 1992. Para nosotros es un orgullo ser la principal entidad colaboradora en el XXV aniversario de la Expo, junto al Ayuntamiento de Sevilla y de la asociación Expo Sevilla», apuntó el presidente de la Fundación Cajasol, que recalcó que la muestra «no es una exposición sobre la Expo 92, sino una exposición que toma ese acontecimiento como una oportunidad para reflexionar sobre un concepto más complejo, como es el concepto de modernidad». Así, invita más a la reflexión que a la nostalgia. No se trata, por tanto, de una retrospectiva conmemorativa, sino de plantear una mirada más compleja, y de esta forma creo que también más interesante y estimulante, a todo el conjunto de ideas, conceptos y fenómenos que hicieron del 92 un año icónico», finalizó Antonio Pulido.

En el Preámbulo a Expo 92 S.M. Juan Carlos I asegura que «No podrá darse cabida a la convencionalidad, el estereotipo o la rutina: será inexcusable la imaginación y la osadía en la concepción, la intuición de la vanguardia, la visión del novísimo mundo». Para Bruno Latour, reconocido filósofo y antropólogo francés, «la voluntad de ser moderno parece vacilante y, a veces, incluso, estar fuera de moda». El año 1992 es sinónimo de ostensibles transformaciones en el Estado español, como resultado de una inversión pública sin precedentes en infraestructuras, equipamientos públicos y operaciones de trasformación urbana. Un fenómeno que fue explicado oficialmente como el desarrollo entusiasta del nuevo orden democrático, así como la superación definitiva de la Transición. Se vivía una especie de ‘happy end español’, como diría el artista Pepe Espaliú en El Europeo, que promocionaba un país moderno y progresista, mientras lo español se ponía de moda en el resto del mundo.

Sin embargo, la idea misma de modernidad que se manejaba entonces no representaba precisamente una novedad. De hecho, en otras latitudes, ya hacía décadas que la utopía del progreso moderno estaba en crisis, sobre todo en el ámbito de la cultura y el pensamiento. Las suspicacias que esta idea despertaba entre pensadores como Theodor Adorno, allá por los años 40, se convirtieron a partir de los años 60 en dramáticas brechas que se abrían en el casco del proyecto moderno. De esta manera, el florecimiento triunfal de lo moderno en España convivía con una crisis intelectual de la modernidad. Y en esto, paradójicamente, sí que el país se había sincronizado con otras realidades pues vivía sus mismas contradicciones. Contradicciones que Hal Foster resumió así: “el modernismo [que] fue inicialmente un movimiento de oposición que desafió el orden cultural de la burguesía y la falsa normatividad de la historia. Hoy, empero, es la cultura oficial”.

En toda revisión del contexto de 1992 nos enfrentamos, pues, a una modernidad tan dominante como muerta, en expresión de Jürgen Habermas, de la que resulta una situación política y cultural tan compleja como apasionante. El propósito de esta exposición es alejarse de lo conmemorativo para indagar en esta paradoja de la modernidad española. Y es que aún hoy, trascurridos 25 años, resulta apasionante descubrir cómo esa modernidad juvenil, irrefutable y entusiasta del eufórico 92 era capaz de convivir con una profunda agonía de la misma. Agonía que se arrastraba desde los años 60, cuando Octavio Paz escribía: «estamos experimentando el fin de la idea de arte moderno».

Exposición ¡¿Éramos tan modernos?!: Reflexiones sobre el concepto de Modernidad ligado a 1992

  • Fecha: Del 11 de julio al 3 de septiembre de 2017
  • Lugar: Sala Murillo de la Fundación Cajasol (C/ Francisco Bruna, 1)
  • Horario: de lunes a sábados, de 11 a 21 horas; domingos y festivos: de 11 a 18 horas; Agosto: de 10 a 14 horas
  • Visitas guiadas: de martes a jueves, a las 11.30 horas (sin cita previa)
  • Visitas para grupos a través del 955 183 830 o reservas@monto.es
  • English guided tours on request at +34 955 183 830 or reservas@monto.es