Con motivo de la exposición De ciudad inundada a ciudad transformada, que rememora el legado del ingeniero Mariano Palancar Penella, hablamos con su hijo, Mariano Palancar. Visiblemente emocionado, nos cuenta cómo su padre lideró uno de los proyectos más trascendentales para Sevilla, la Corta de la Cartuja, que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad.
«Sevilla era una ciudad amurallada, y esas murallas no solo la protegían de los enemigos, sino también del iracundo Guadalquivir, que cada seis años trataba de inundarla. En 1972 comenzó la obra de la Corta de la Cartuja, liderada por mi padre, que liberó a la ciudad de esas terribles inundaciones», rememora Mariano hijo con visible orgullo.
Pero los problemas de Sevilla con el río venían de lejos. “La ciudad se expandió sobre terrenos que pertenecían al Guadalquivir, y cuando el río crecía, recuperaba lo que era suyo, causando inundaciones, hambrunas y destrucción. Solo en el siglo XX hubo 21 inundaciones documentadas. Mi padre decidió acabar con esta historia de desgracias, priorizando la construcción de un nuevo cauce”, explica.
La Corta de la Cartuja fue una obra colosal. “Se enderezó el río alejándolo de la ciudad, con un nuevo cauce de seis kilómetros de longitud, 13 metros de profundidad y 240 metros de anchura, y se construyó un muro de tierra de cinco metros de altura para proteger Sevilla en caso de crecidas”, detalla Mariano.
Sin embargo, la visión de Mariano Palancar fue mucho más allá de resolver un problema inmediato. “Cuando el río se alejó de la ciudad, quedaron 400 hectáreas libres de inundaciones, que podrían haberse convertido en terreno especulativo. Mi padre gestionó en el Ministerio de la Vivienda la expropiación de esos terrenos, que después serían clave para la Exposición Universal de 1992. Además, luchó con éxito contra el proyecto de rellenar el cauce antiguo del río, permitiendo que hoy podamos disfrutar del Guadalquivir tal como lo conocemos”, afirma orgulloso.
La transformación urbanística fue total. “Se eliminaron las vías del tren paralelas al río, se derribaron las tapias de la calle Torneo y Sevilla se abrió al Guadalquivir, con balcones ajardinados que hoy son admirados por todos. Gracias a mi padre, la ciudad convirtió una amenaza en una oportunidad para su desarrollo”, concluye emocionado.
La exposición De ciudad inundada a ciudad transformada estará abierta en la sede de la Fundación Cajasol hasta el 1 de febrero de 2025, en horario de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00 horas, de lunes a sábado. Este recorrido ofrece una oportunidad única para comprender el impacto de esta obra en la historia de Sevilla y para valorar el esfuerzo y la visión de quienes transformaron la ciudad en lo que es hoy.