Actitudes y creencias sobre el dinero
Para fomentar conductas financieras positivas, sobre todo a los jóvenes, hay que transmitirles que todas las decisiones que se toman están ligadas a sus valores personales. Mi actitud y mis creencias sobre el dinero condicionan mi relación con él.
Para algunos jóvenes el dinero es un tema que les produce estrés, cargado de sentimientos negativos: el dinero nada más que trae problemas; separa a las familias, todos los males tienen su origen en el dinero… Con esta opinión ¿podrán ahorrar? O ¿negociarán un precio o un salario?
Por el contrario, si nos vamos al otro extremo, jóvenes que tienen una actitud más que positiva con el dinero: con dinero se puede conseguir todo, dinero es libertad y disfrutar de la vida. No hay problemas todo es cuestión de soltar billetes… Con esta opinión ¿podrán controlar el consumo impulsivo? O ¿se podrán reprimir de endeudarse en exceso si no disponen del dinero suficiente?
Formación de las creencias que llevan a esas actitudes
El entorno familiar. Si yo, padre o madre, ante dificultades financieras (no llegar a final de mes, por ejemplo) manifiesto conductas negativas sobre lo poco que gano o lo caro que se ha puesto todo y, además, me niego a hablar en casa sobre mi situación financiera, mis hijos relacionarán el dinero con algo malo.
Por el contrario, si soy una persona despilfarradora, que no me reprimo de ningún capricho, que tengo la tarjeta con el límite agotado casi siempre, mis hijos se verán influenciados con este ejemplo negativo de vivir el presente sin importar el futuro. Ellos, si siguen mi ejemplo, vivirán por encima de sus posibilidades, con las consecuencias negativas que ello acarrea.
Debo, como padre o madre, cuidar mi comportamiento con el dinero, gestionarlo para conseguir mis metas vitales personales y familiares. Hablando de ello en el seno de la familia, dando voz a todos sus miembros. Así estaré modelando la futura salud financiera de mis hijos.
El entorno económico general. Si he vivido, sobre todo en mi infancia, una época económica de penuria, donde se carecía casi de todo. Si de mayor tengo más recursos, porque las circunstancias han mejorado, mi actitud hacia el fomento del ahorro y del control del gasto serán mayores, seguramente no compraré algo hasta que de verdad vea que me es necesario, hasta que pueda pagarlo y no me endeudaré innecesariamente por conseguirlo.
Por el contrario, si he vivido mi infancia en una época de prosperidad económica en la que había de todo y todo se podía adquirir, y cuando a mis padres no les llegaba el dinero les facilitaban crédito para conseguir lo que deseaban, ahora de mayor voy a formar parte de esa sociedad ávida de consumo, pensando que esta actitud me dará la felicidad.
La presión externa. Los mensajes publicitarios y las conductas del círculo de amistades nunca me han sido ajenas y he notado su influencia en mi forma de pensar y de comprar. Las nuevas generaciones lo tienen peor en cuanto que no los hemos preparado para defenderse de estas influencias, ya sean de mensajes o de conductas.
Antes era mi círculo de amigos, ahora son los influencers, líderes de opinión de las redes sociales, que cuentas con miles de seguidores y muestran vidas que otros jóvenes desean y envidian. Han creado en Internet un nuevo y potente marketing de influencia para promocionar productos, eventos, viajes, marcas …etc.
Las experiencias. Cuando una persona tiene que tomar una decisión financiera y tiene poca formación en la materia, puede ocurrir que cometa un error, por lo que la próxima vez que se vea en otra situación parecida le produzca miedo o estrés. Las emociones le podrán y la probabilidad de volver a errar aumentará. También puede que acierte, por casualidad, y la euforia le lleve la próxima vez a actuar de la misma forma y, en esa ocasión, falle estrepitosamente.
Debo fomentar en los jóvenes que tengan una actitud crítica con todo lo que le rodea y les influencia, mostrarles las herramientas que utiliza la publicidad y que la vida de los influencer no es tan guay las 24 horas del día. Tratar de que tengan un autoconocimiento de ellos mismos, que se planteen las vivencias en materia financiera en el seno de sus familias… y, sobre todo, que analicen las consecuencias positivas y negativas en sus experiencias con el dinero. También, transmitirles conocimientos financieros, siempre que podamos.
Fuente: CNMV, Banco de España y Servicio de Formación en Red. INTEF: Educación en Finanzas para la vida.