¿Los problemas de dinero se solucionan con dinero?
Más de una vez me he preguntado “¿Cómo es posible que no llegue a final de mes con el dinero que gano?”, “¿No sé en qué se me va el dinero?” o “¿Ahora cómo pago esta avería?” y claro, el primer pensamiento que se me viene a la cabeza es: “Si ganara más dinero no llegaría tan apurado a fin de mes”; “si tuviera más dinero no tendría problema de hacer frente a esta emergencia que me ha surgido” …
Los problemas de dinero nunca se han solucionado con tener más dinero, sino con nuevas actitudes frente a él.
Tener más dinero puede que a corto plazo me solucione el problema; pero después provocará que gaste también ese dinero extra que he conseguido. Si no gestiono bien mi dinero en cantidades menores, el tener más no me garantiza que vaya a mejorar su gestión. Además, normalmente las perspectivas de conseguir a corto plazo más ingresos suelen ser muy escasas. Por lo que gastar energías en esta opción no es muy satisfactorio, es más, me puede producir más frustración.
Realmente tendría más posibilidades de solucionar mis problemas monetarios si intentara un cambio de actitud respecto a cómo gasto mi dinero.
Veamos en qué actitudes puedo emplear mi tiempo y mi esfuerzo para conseguir resultados inmediatos para empezar a mejorar la gestión de mi dinero.
Analizar mis gastos
La primera actitud que debo adoptar es analizar mis gastos. Descubrir dónde se va mi dinero, así veré si puedo eliminar destinos que no me produzcan consecuencias negativas.
Esta información me la darán los movimientos mensuales de mi cuenta bancaria (a los que tengo acceso a través de la banca electrónica). Podré anotar las distintas partidas de gastos. Para las salidas en efectivo tendré que tener un poco de disciplina y anotar en qué he utilizado ese dinero.
El objetivo es encontrar cualquier gasto que me permita reducirlo o eliminarlo por completo y no me suponga un quebranto. Para ello debo clasificar los gastos en tres grupos, ya que en función de cada grupo podré actuar sobre él o no.
- Obligatorios: Los que no puedo dejar de pagar ni cambiar su importe (hipoteca, alquiler de la casa, comunidad…)
- Necesarios: Los que puedo reducir; pero no eliminar (electricidad, comida, transporte…). Podré reducir el consumo.
- Ocasionales: Los que puedo eliminar. Son esos gastos que en caso de necesidad si se eliminan no tienen consecuencias.
Esto me ayudará a reducir los gastos totales en mi presupuesto, dejando más ingresos para ahorrar y pagar deudas. También me ayudará a evitar nuevos endeudamientos.
En una economía inestable no dar este paso y asumir nuevas deudas de tarjetas de crédito, créditos rápidos o descubiertos en cuentas bancarias, es algo arriesgado. Lo que menos necesitamos son facturas más altas, incrementadas por los altos intereses de estas financiaciones, que consumen más rápidamente mi dinero.
¿Necesito endeudarme?
Como se ha dicho al principio, solucionar los problemas de dinero con más dinero no es muy recomendable si no se acompaña de cambios de actitud sobre él. Menos recomendable aún es conseguir ese dinero con un préstamo o deuda.
El endeudamiento puede hacer estragos en mi economía familiar al aumenta los gastos fijos y disminuir la liquidez. Ojo con no pagarlos, el impago de un préstamo tiene consecuencias negativas para mi futuro financiero: embargos y posible inclusión en ficheros de morosos.
En lo que de verdad debo poner todas mis energías es en controlar mi tarjeta de crédito. La deuda más cara de entre todas. Pago a débito (cargo en cuenta inmediato), nunca aplazado o a mes. Debo sentir que la satisfacción que me produce lo adquirido se compensa con la insatisfacción de dinero que sale de mi patrimonio. Lo contrario, la adquisición sin “dolor” me conduce al consumismo y endeudamiento.
Otra actitud que debo cultivar es que, antes de endeudarme, debo preguntarme si realmente necesito ese bien o servicio y, de ser así, si puedo esperar hasta ahorrar para comprarlo.