¿Tiene algún riesgo la Diverflación?
Como se ha señalado en las entregas anteriores, se observa un mayor desembolso en partidas que, antes, en momentos de crisis, podían resultar prescindibles. Ahora se consume más tecnología, más salidas y más hostelería que antes.
La compra de un móvil, un ordenador, el pago por una plataforma de streaming, las salidas con amigos o los paquetes turísticos han pasado de ser un gasto superfluo en 2019 a un bien del que algunos no pueden prescindir hoy en día.
Todo ello provocado, desde la pandemia, por un deseo de muchos consumidores de disfrutar el presente acumulando experiencias placenteras.
Pudiera parecer que existen diferencias entre los jóvenes que, frente a las dificultades para acceder a una vivienda y formar una familia, prefieren «vivir el presente», mientras que los mayores tienden a ser más cautos; aunque estos también prefieren «vivir el presente», por la sensación de vulnerabilidad que les dejó la pandemia. Así, les dan más importancia a las relaciones humanas y al disfrute diario con experiencias personales positivas que a prepararse para las posibles desgracias futuras con ahorros.
Esto no significa un incremento exagerado en el gasto, sino que el ahorro conseguido con la disminución del gasto en otras partidas del presupuesto familiar se destina a bienes y servicios ligados al ocio que implican un consumo más impulsivo y menos ordenado y lleve a un endeudamiento una vez consumidos esos ahorros.
Otra consecuencia, al gastar sin poner reparos en lo que cuesta, es que se está contribuyendo a dinámicas alcistas de precios en estos sectores.
Esto choca de frente con lo que se viene informando en los Lunes Financieros: la necesidad de una mayor planificación financiera que observe el consumo responsable, el ahorro y los objetivos de medio y largo plazo.
Vaya por delante que el consumo de bienes ligados al ocio y que den una gratificación inmediata no es en sí negativo. Dicho esto, sería conveniente alertar sobre cuidar los proyectos vitales de las familias con una planificación adecuada. Sobre todo, porque estos proyectos vitales se desarrollan en el tiempo y necesitan de recursos ahora y en un futuro no muy lejano.
Cuando se abordan estos gastos en ocio y cultura sin una mirada al futuro que nos lleve a planificar nuestras finanzas en el medio plazo, podemos poner en riesgo nuestra salud financiera, consiguiendo el efecto contrario, ya que un deterioro de esta salud perjudicaría la salud mental y corporal.
Hay que disfrutar sin poner en riesgo la salud financiera.