El Museo Carmen Thyssen Málaga acoge desde este 6 de octubre hasta el próximo 3 de marzo de 2019 la exposición temporal ‘La furia del color’, en la que muestra cómo marcó al pintor cántabro Francisco Iturrino (1864-1924) la etapa que pasó en la finca de la Concepción, en Málaga, durante la que consolidó su renovación radical de la tradición y el folclore español desde una perspectiva vanguardista.

La exposición, comisariada por la directora artística del Museo, Lourdes Moreno, ha sido presentada ante los medios este viernes 5 de octubre en un acto al que ha asistido el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, que ha destacado el ‘entorno Thyssen’, un modelo de diálogo entre el espacio museístico y Málaga, «que ha sabido reinventarse y el cambio de siglo le ha traído una alianza con la cultura que es hoy modelo para muchas ciudades».

El enfoque aportado para la muestra, inédito hasta el momento, ahonda en la presentación de su trayectoria como diario pictórico de búsqueda de un estilo propio que definirá al contacto con la luz del sur, especialmente durante sus estancias en la finca malagueña de La Concepción. Ese recorrido estuvo marcado por las afinidades, influencias y divergencias del artista con el panorama contemporáneo.

Antonio Pulido: «Málaga ha sabido reinventarse y convertirse en modelo cultural»

La exposición, que cuenta con la colaboración de la Fundación Obra Social ‘la Caixa’ y la Fundación Cajasol, amplía el estudio de Iturrino más allá de su personalidad individual y lo confronta con varios de sus contemporáneos con los que compartió las investigaciones de la luz, el color y el desnudo femenino y sobre todo una búsqueda constante de la modernidad, como fueron Zuloaga, Matisse o Regoyos. Así, mediante medio centenar de obras se muestra lo mejor de la producción de Iturrino, desde sus años iniciales en Bélgica, París y Bilbao, hasta su huida hacia el sur, que le llevó en varias ocasiones a Andalucía (y a Málaga en particular), y que sería decisiva para su pintura.

El pintor se desplaza a Málaga en el año 1913, tras el ingreso de su mujer en un sanatorio psiquiátrico en Mondragón, invitado por sus propietarios, el industrial y mecenas bilbaíno Rafael Echevarría y su esposa Amalia Echevarrieta, para cuya familia había trabajo el padre del artista. Echevarría había adquirido en 1911 la finca de La Concepción creada por los marqueses de Casa Loring, Jorge Loring y Amalia Heredia en el siglo XIX.

En esta estancia y otras posteriores realizadas hasta el año 1919, pintará numerosos cuadros del jardín tropical, llenos de color y movimiento. Es aquí cuando el artista alcanza su plenitud y define su peculiar estilo. Desde entonces, las temáticas inspiradas por La Concepción pervivirán hasta el final de sus días.

Entre otros rincones, captaron el interés de Iturrino, la fuente del Tritón, el estanque de la ninfa o la cascada, asuntos todos ellos que recogen algunos de los lienzos presentes en la exposición, dentro de la sección ‘El pintor en su paraíso’ que se ha dedicado en exclusiva a la relación del artista cántabro con Málaga.