Ya hemos visto que la Diverflación, término que mezcla la diversión y la inflación, se está utilizando para reflejar un escenario en que las personas prefieren disfrutar en esta época de crisis económica, con una fuerte inflación. Así se han visto y se ven llenos los restaurantes, terrazas y hoteles, a pesar de la subida de precios. Parece que no se quiere apretar el cinturón en determinados gastos, esos que siempre pensé que eran tan prescindibles.
Parece ser que detrás de todo esto está esa búsqueda de la satisfacción inmediata y han sido quienes se dedican a estudiar la conducta del ser humano en la Economía, la Economía Conductual, los que han dado una explicación sobre esta situación.
La Economía Conductual ya se trató en Los Lunes Financieros cuando se habló de las “Trampas financieras de mi cerebro”, cuando se decía que los seres humanos no somos tan racionales como pensábamos cuando nos relacionamos con el dinero.
Así, son varios los factores que han hecho que aflorara la Diverflación.
El primero y más destacado ha sido la pandemia.
El coronavirus cambió la manera de ver la vida de muchos consumidores. El confinamiento y las noticias del número de fallecidos diarios hizo ver lo vulnerable que es el ser humano, por lo que muchas personas decidieron vivir el presente con experiencias gratificantes, sin pensar en los ahorros que pudiera necesitar dentro de unos años. Por ello incrementaron sus gastos en ocio y cultura en momentos de crisis.
Ocurrió también que los hogares salían del confinamiento con una bolsa de ahorros elevada. Esto favoreció el consumo de recompensa, gasto en aquello que me produce satisfacción personal: salud mental y física, relaciones sociales y acumular experiencias positivas.
Ante un futuro volátil e incierto, en lugar de fortalecer nuestras finanzas con ahorro para hacer frente a lo malo que pudiera venir, se prefiere disfrutar el presente con más experiencias placenteras.
El Banco de España lo expresa así: “Parece que la pandemia nos hizo reflexionar y darnos cuenta de la vulnerabilidad humana. No es un fenómeno nuevo, los romanos ya hablaban del carpe diem, el «aprovecha el presente» buscando la gratificación inmediata frente a un futuro incierto. Tras el choque que supuso el confinamiento, muchos consumidores optan por dar más importancia a las relaciones sociales y a su bienestar mental con la compra de experiencias que al ahorro o la seguridad financiera en el medio plazo”.
Pero hay otros motivos que también han provocado este comportamiento, como la dificultad que tienen muchas personas, sobre todo jóvenes, para acceder a una vivienda y formar una familia (principal objetivo que se tenía a medio y largo plazo). Esto les empuja a dedicar el dinero que ganan a disfrutar más del presente. Han llegado al convencimiento de que con sus sueldos no se puede ahorrar y, por tanto, no se pueden hacer planes de futuro en los que invertir, como una casa, un coche, electrodomésticos…
La incertidumbre geopolítica actual tampoco ayuda. Al estar tan globalizados, cualquier incidente internacional afecta a nuestro país y formamos parte de muchas alianzas; pero tampoco se puede estar solo.
Nos encontramos con unas nuevas y no tan nuevas generaciones convencidas del hecho de que hay que disfrutar de la vida. Es más fácil pensar en el ahora que en qué ocurrirá dentro de 5 o 10 año.