La ensayista, científica titular del Instituto de Filosofía del CSIC y premio Anagrama de Ensayo 2017, Remedios Zafra, ha abierto hoy en la sede de la Fundación Cajasol en Córdoba el ciclo de filosofía ‘Lecturas del presente’, organizado en colaboración con el Área de Filosofía Moral de la Universidad de Córdoba, con la presentación de su libro «Frágiles: cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura» (Anagrama, 2021).

La autora, que ha mantenido un diálogo con el poeta y docente José Daniel García, ha explicado que «el hecho de que «Frágiles y productivos» esté articulado sobre cartas, que sea un texto epistolar en una época en la que no escribimos cartas, en la que predomina todo lo que pueda ser sintetizado, me parecía subversivo«.

Zafra ha abordado algunos de los temas que vertebran su libro, como la precariedad vinculada a la feminidad , la toma de conciencia de la fragilidad debido a tragedias como la pandemia, la autoexplotación o la educación, señalando que «la escuela pública es la que garantiza igualdad, la que garantiza la posibilidad de no repetir lo que hemos heredado, de poder ser socialmente iguales, humanamente diversos y totalmente libres».

En este sentido, ha alertado de que «no podemos delegar en la tecnología para educar», ya que, «en esta época contemporánea, en un mundo conectado, cada vez más mediado por pantallas, el capitalismo ejerce una nueva acción sobre el sujeto, acentuando el individualismo«.

Para la investigadora, «las grandes industrias de que han digitalizado Internet crean apariencia de espacio público cuando realmente están regidas por intereses económicos».

Tanto Zafra como José Daniel García han coincidido en lamentar la «frustración» que viven los docentes al observar la «infravaloración que se da a lo público y a la educación por parte de los estudiantes, ya que se crea una barrera entre lo que ven en las redes y lo que pasa en las escuelas» y en señalar que a esa dificultad «se une que estamos construyendo el sistema educativo público en base a la precariedad, con profesorado temporal, más burocratizado que nunca, más regido por protocolos…».

«No podemos seguir habitando ese desajuste entre lo que vamos haciendo por inercia, tirando por la voluntad y del entusiasmo de profesores vocacionales a costa de sumar tiempos de dedicación a su trabajo. Bajo ningún concepto podemos dejar apagarse la educación pública porque es esa resistencia frente a ese otro mundo que se nos está dibujando, en el que se están queriendo posicionar otras formas de educar muy apoyadas en ese individualismo, pasando de largo el esencial vínculo social que necesitamos», ha sentenciado.

«Frente al escaparate permanente de las redes, donde la sombra y el conflicto están excluidos», la autora reivindica los «espacios en blanco que en filosofía los usamos mucho porque son esenciales para cambiar de pensamiento».

Asimismo, argumenta que «frente al uso que hace el capitalismo de las redes para convertir la intimidad en datos, hay también una lectura propositiva cuando esa intimidad es expuesta no por fuerzas externas, sino cuando compartimos lo que es opresivo, y el feminismo es un ejemplo, con casos como #Niunamenos o #Metoo que han permitido compartir y hermanarnos».