La Fundación Cajasol ha acogido el foro Diálogos por Andalucía, organizado por la Asociación de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental (AIIAOC) y que ha tenido como protagonista al Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Ángel Saiz, arzobispo de Sevilla. A la conferencia, presentada por Teodoro León, vicario general de la Archidiócesis de Sevilla, han asistido Antonio Pulido Gutiérrez, presidente de la Fundación Cajasol, Germán Ayora López, presidente de la AIIAOC.
Antonio Pulido, ha señalado que, en este momento de transformación que atravesamos es importante “reflexionar y dialogar en estos momentos. No sólo por la pandemia que estamos pasando sino también por el conflicto bélico tan importante. Me consta que el arzobispo está haciendo muchas labores para intentar amortiguar los efectos”. El presidente de la Fundación Cajasol ha querido subrayar que desde la Fundación Cajasol se han tomado medidas en este sentido, “todo lo recaudado de las actividades que estamos haciendo en estos Tramos de Cuaresma irán destinadas también para la ayuda a los refugiados de Ucrania.”
Por su parte, Germán Ayora, ha recordado que los foros Diálogos por Andalucía lleva realizándose desde el año 2008 por lo tanto, cuentan ya con una amplia trayectoria, tal y como ha indicado Ayora «llevamos 14 años en este tipo de actos en los que nos gusta tratar temas que nos interesan a todos, en un escenario de rigor, libertad y de intercambio de opiniones”.
En esta ocasión, bajo el título “Iglesia y Sociedad en el siglo XXI”, el arzobispo de Sevilla ha hablado acerca de los retos y dificultades ante las que se encuentra actualmente la Iglesia. En su análisis, ha indagado en la evolución de una sociedad que atraviesa por una “una época de cambio continuo”, y que tiene como “causa profunda una sociedad desvinculada en la que crecen la desconfianza y el enfrentamiento. A esta situación, se ha llegado a través de un proceso de cambios tecnológicos, económicos y culturales que han afectado a las diferentes dimensiones de la existencia y que ha alcanzado su punto culminante en un intento de transformación antropológica promovida por el sistema dominante, por medio de un estilo de vida y de una organización de la convivencia que la van propiciando.”
En este contexto, la iglesia tiene como misión elevar la dignidad de la persona, afianzar la sociedad y dar a la actividad de la humanidad un sentido y una significación más profundos. Por este motivo, el arzobispo ha puesto su acento en la necesidad de unión a través de plataformas como el voluntariado, es decir, “grupos organizados cuya finalidad es defender los derechos y dignidad de las personas, la paz en el mundo, promover valores como la solidaridad, gratuidad e igualdad; mantener la formación, el acompañamiento, las acciones transformadoras. En definitiva, una escuela de vida que educa para la solidaridad y donación de sí mismos”.