La Fundación Cajasol en Sevilla ha sido el escenario elegido para la presentación de La Andalucía de Gala, un emotivo libro que recoge los textos más significativos y sentidos que Antonio Gala dedicó a la tierra que marcó su vida y su obra: Andalucía. La publicación, a cargo de la editorial cordobesa Almuzara, ha contado con la selección y edición de Luis Cárdenas, secretario personal de Gala, y Pedro J. Plaza, investigador de su poesía.

El acto, organizado en colaboración con la Fundación Antonio Gala, ha reunido a personalidades destacadas del ámbito literario y cultural, como Antonio Pulido, presidente de la Fundación Cajasol; Francisco Moreno, presidente de la Fundación Antonio Gala; Manuel Pimentel, presidente del grupo Almuzara; y los propios editores del volumen.

En su intervención, Antonio Pulido ha subrayado la relevancia de este homenaje: «Hemos celebrado la presentación de La Andalucía de Gala, un libro que nace como un nuevo homenaje que le hacemos, que le hace en realidad la tierra que tanto amó, a la figura de Antonio Gala». Además, ha señalado que para la Fundación Cajasol es un honor albergar actos de esta índole y colaborar con instituciones como la Fundación Antonio Gala para ensalzar el legado del maestro cordobés.

El libro recoge textos, muchos de ellos inéditos, que reflejan la estrecha conexión de Antonio Gala con Andalucía, su cultura, sus tradiciones y su gente. En este sentido, Pulido ha destacado la capacidad del escritor para capturar lo intangible: «Es verdad que su talento para llegar a lo más profundo, para captar la esencia de las cosas más sutiles y complejas —del hombre, de la vida, del amor— era prodigioso y define toda su obra. Y, en este sentido, desentrañó como pocos la complejidad de la identidad andaluza».

Manuel Pimentel ha declarado que Antonio Gala «aunque fue un súperventas, no fue ni un poeta ni un escritor cortesano, siempre tuvo ese punto de de distancia, ese punto irónico y a veces con pellizquito» y que aportó «la sensibilidad, que es un clásico andaluz, ese registro sensorial tan andaluz, tan vivo, tan eterno, que mana de la tierra y que es una constante» y «algunas claves históricas».

«Troceamos permanentemente nuestra historia. Los romanos estuvieron, los árabes estuvieron, los fenicios, también, y él se da cuenta de que en el fondo es un devenir de la vida que fluye y es un continuo que nos define», ha explicado, indicando que «esa visión se aprecia claramente en esta obra».

Pedro J. Plaza y Luis Cárdenas han narrado el proceso de elaboración del libro y cómo tuvieron que «hacer sacrificios» entre los poemas de Antonio Gala porque incluir, por ejemplo, Testamento andaluz, que son 24 poemas que se editaron en el año 85 pero «superaba ya la envergadura del libro».

Ambos autores han coincidido con Pimentel al apuntar que «ni Antonio Gala ni nosotros concebimos la historia. Andalucía como ciclos estancos que van aparcelándose en el tiempo y nada tienen que ver unos con otros».

«Pasa como cuando vamos viendo los niveles arqueológicos de una ciudad, que encima de lo árabe está lo romano, y encima de lo romano, los Tartessos, y todo se va juntando, y al final tienes en un conglomerado un revolú, que es lo que define la esencia Andalucía, la cantidad de culturas que han pasado por aquí», sostienen.

El libro La Andalucía de Gala se convierte así en un imprescindible para los amantes de las letras y de la región, un testimonio vibrante del amor y la conexión profunda de Antonio Gala con la tierra que lo inspiró.