Los onubenses y foráneos que se pasaron el fin de semana en la provincia de Huelva tuvieron la oportunidad de visitar, durante el viernes 30 y el sábado 31 de marzo la réplica de la Nao Santa María, que atracó en el Muelle de Levante una vez celebrada su botadura en los astilleros de Punta Umbría el pasado 16 de marzo. Las jornadas de puertas abiertas para subir a bordo de este imponente navío, construido por la Fundación Nao Victoria en colaboración con la Diputación de Huelva y la Fundación Cajasol, en el marco del 525 Aniversario del Encuentro entre dos Mundos, tuvieron un horario de 15.00 a 19.00 horas para el viernes 30 y de 10.00 a 19.00 horas para el sábado 31, siendo la entrada totalmente gratuita ambos días. Matilde Valdivia, delegada de la Fundación Cajasol en Huelva, visitó la embarcación junto al resto de autoridades implicadas en el proyecto.
Tras su estancia en el Muelle de Levante de la capital onubense, próximamente la Nao Santa María, convertida en la nueva embajadora de Huelva y su provincia, pondrá rumbo a América para realizar una gran gira internacional por Puerto Rico y varias ciudades de Estados Unidos, donde mostrará a los miles de visitantes que suban a sus cubiertas la historia, la cultura y la gran riqueza del patrimonio de la provincia de Huelva, estrechamente ligada a las grandes expediciones marítimas de todos los tiempos.
La réplica a escala real de la célebre embarcación capitaneada por Cristóbal Colón ha tenido un proceso de construcción de catorce meses, que se iniciaron en enero de 2017 y finalizaron en marzo de 2018. En su diseño y construcción, en los que han participado más de cien profesionales, se han adaptado los resultados de los nuevos estudios de las formas de este célebre navío, para conseguir una mayor maniobrabilidad y un mejor gobierno del timón.
También han seguido un sistema innovador que combina la construcción en fibra de vidrio y su posterior revestimiento en madera. Una novedosa técnica que supone un enorme avance en cuanto a impacto ambiental, costes, perdurabilidad y mantenimiento del navío, sin afectar a su aspecto histórico, ni a su navegabilidad y maniobra. El resultado es un espléndido navío de 200 toneladas, con una eslora máxima 28,30 metros, 7,96 metros de manga, cinco cubiertas, cuatro mástiles de hierro, 250 metros cuadrados de velas, en el que se han empleado más de 65 metros cúbicos de madera de iroko, y que está listo para navegar y hacer grandes travesías por el mundo.